La rivalidad entre azules y blancos; los bordados -declarados BIC y actual candidato oficial a Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco-; la majestuosidad de los caballos y destreza de sus jinetes; el compás de los himnos; la devoción mariana y una dinámica recreación de pasajes del Antiguo Testamento y de la Historia Sagrada con carrozas alegóricas conforman la esencia de los desfiles bíblico-pasionales lorquinos, como el del Viernes Santo, uno de los más emblemáticos de cuantos se celebran en la Ciudad del Sol.